Mario Delgado, titular de la Secretaría de Educación Pública, aseguró que el registro de su departamento en Reforma 222 con un valor de 1.5 millones de pesos fue producto de un “error de captura”. El funcionario precisó que la propiedad, adquirida en agosto de 2024 por 15 millones, se encuentra debidamente registrada y que aún continúa pagando su costo.
En declaraciones posteriores, recordó que la corrección fue hecha desde mayo de este año, en respuesta a lo publicado por los periodistas Claudio Ochoa Huerta y Alberto Valiente, quienes señalaron discrepancias en su declaración patrimonial.
Delgado negó ocultar información o realizar operaciones irregulares y subrayó que subsanó la situación en tiempo y forma. Añadió que la versión pública de su declaración no incluyó las observaciones sobre bienes inmuebles por tratarse de datos personales.
El secretario explicó que el ajuste en su declaración patrimonial fue realizado el 29 de mayo ante la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno. En este documento, aseguró, ya consta el monto real de adquisición del inmueble.
De acuerdo con un reportaje de Latinus, Mario Delgado percibió durante su gestión como dirigente nacional de Morena un salario de 91 mil 38 pesos mensuales, equivalente a poco más de 4.5 millones de pesos en cuatro años. No obstante, incluso sumando los ingresos que reportó por arrendamientos, se cuestiona cómo pudo gastar 17 millones de pesos en inmuebles en tan solo dos años.
La polémica por la compra del departamento en Reforma 222 se suma a las recientes críticas al funcionario tras difundirse imágenes de sus vacaciones en Portugal, en un hotel de lujo en Lisboa.
Estos hechos han abierto un debate público sobre el estilo de vida de algunos dirigentes de Morena. En contraste con la doctrina de austeridad que promueve el partido, se les ha señalado por viajes y estancias en destinos exclusivos.
Delgado defendió su trayectoria asegurando que todo su patrimonio se encuentra documentado desde hace 25 años en registros públicos y declaraciones patrimoniales, aunque las críticas sobre la congruencia entre ingresos y gastos continúan creciendo.