El gobierno de Florida abrió un frente polémico al anunciar que pretende eliminar la obligatoriedad de las vacunas en el estado. El cirujano general, Joseph Ladapo, respaldado por el gobernador Ron DeSantis, afirmó que los mandatos actuales son una forma de “desdén y esclavitud”, y aseguró que nadie debería imponer lo que una persona introduce en su cuerpo. Sus declaraciones recibieron aplausos en un evento público.
Una comisión con sello político
DeSantis presentó la comisión “Florida Make America Healthy Again”, alineada con la agenda del presidente Donald Trump y del secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., ambos críticos con las políticas de vacunación. El gobernador explicó que este organismo se centrará en la libertad médica individual, los derechos de los padres y el consentimiento informado.
Por ahora, el Ejecutivo puede retirar la exigencia de vacunas como varicela, hepatitis B, neumocócica conjugada y Hib. Para anular los mandatos de inmunización contra enfermedades como polio, tétanos, sarampión o rubéola, el Congreso estatal deberá modificar la ley.

Médicos alertan sobre riesgos
Las principales asociaciones médicas del país reaccionaron de inmediato. La Asociación Médica Estadounidense advirtió que esta decisión puede provocar enfermedades graves, discapacidad y muertes. La Academia Americana de Pediatría también expresó su preocupación, señalando que en Florida ya un 5,1% de estudiantes de preescolar tienen exenciones de vacunas, frente al promedio nacional de 3,6%.
El anuncio coincide con el mayor brote de sarampión en Estados Unidos desde 1992: 1,431 casos y tres muertes, dos de ellas en niños. La AAP advirtió que los estudiantes de escuelas públicas en Florida corren un mayor riesgo y que la medida puede tener un efecto dominó en otras comunidades.
Vacunas bajo presión política
La administración de DeSantis ya había cuestionado la vacunación infantil contra la covid-19. En marzo pidió al CDC que dejara de recomendarla para menores. El clima se tensionó más cuando Trump destituyó a la directora del CDC por oponerse a Kennedy Jr. y colocó como interino a Jim O’Neill, funcionario cercano al nuevo secretario de Salud.
El presidente también exigió a las farmacéuticas publicar las tasas de éxito de las vacunas contra la covid-19, reflejando la división en su propio gabinete.
