Nuevas “Farmacias del Bienestar”: ¿solución real o remedio provisional?

Imagen: FreePik

La presidenta Claudia Sheinbaum dio a conocer este martes las nuevas Farmacias del Bienestar. La idea: surtir medicamentos a los beneficiarios del programa “Salud casa por casa”.

El proyecto arrancó hoy únicamente en el Estado de México, con miras a expandirse por el país durante 2026. Su objetivo es suministrar medicamentos básicos —como los usados en hipertensión y diabetes— de forma más sencilla.

Este nuevo formato de entrega se basa en pequeños módulos metálicos que serán instalados a las afueras de las Tiendas del Bienestar y centros médicos. Buscan que los pacientes no tengan que hacer largas filas, beneficiando principalmente a adultos mayores y personas con discapacidad.

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De “mega farmacias” a módulos del bienestar

En 2023, el expresidente Andrés Manuel López Obrador inauguró en Huehuetoca el gran proyecto que pretendía acabar con el desabasto de medicamentos: la Megafarmacia del Bienestar.

Un año después, la realidad fue otra. Un reportaje periodístico reveló que el objetivo de la Megafarmacia no era distribuir medicamentos, sino almacenarlos.

Pese a que prometía mucho, la Megafarmacia inició con 2.8 millones de piezas de las 280 millones que era capaz de almacenar. Actualmente opera con apenas el 0.9% de su capacidad y solo puede surtir 1 de cada 100 medicamentos solicitados.

Por su parte, el proyecto de las Farmacias del Bienestar suena ambicioso e igualmente positivo. Promete llevar medicinas al hogar, evitar filas y facilitar el acceso a tratamientos esenciales.

Pero, en un país donde la falta de medicamentos ha sido constante por años —incluso con megafarmacias—, el anuncio despierta muchas dudas. Como era de esperarse, las quejas y críticas llovieron en redes sociales, ya que el intento de resolver el problema con módulos y distribución limitada podría no ser suficiente.

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México ha vivido repetidos episodios de desabasto de medicinas, incluso para tratamientos esenciales como VIH, cáncer, diabetes o enfermedades crónicas. Numerosas denuncias ciudadanas y reportes periodísticos han documentado una escasez que simplemente no termina.

Las y los mexicanos han tenido que recurrir a farmacias privadas y, en el peor de los casos, dejar sus tratamientos por largos periodos.

Ahora, con el nuevo programa, el riesgo sigue latente: si ni siquiera la “superfarmacia” del sexenio anterior logró detener el desabasto, mucho menos lo harán módulos diminutos.

A menos que las nuevas Farmacias del Bienestar cuenten con suficiente abasto, podría repetirse lo ya visto en años recientes: simples promesas de mejora marcadas por la desesperanza de miles de pacientes vulnerables.

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