La liberación de los últimos rehenes israelíes por parte de Hamás marcó un punto de inflexión en el conflicto que, durante dos años, devastó la Franja de Gaza y dejó una profunda huella humanitaria. El acuerdo de alto el fuego, alcanzado bajo mediación internacional, permitió un intercambio con prisioneros palestinos y abrió la puerta a una nueva fase diplomática impulsada por el presidente estadounidense Donald Trump.
El Ejército israelí confirmó haber recibido a todos los rehenes con vida, trasladados por la Cruz Roja desde Gaza. Familias enteras se reencontraron tras meses de incertidumbre, mientras en Gaza y Cisjordania cientos de palestinos recuperaron la libertad.
Acuerdo de paz y presión internacional
Este intercambio fue el eje central del acuerdo alcanzado en Sharm el-Sheikh, Egipto, donde más de veinte líderes mundiales preparan una cumbre destinada a concretar los siguientes pasos del plan de veinte puntos propuesto por Trump. El objetivo: consolidar el alto el fuego y garantizar el ingreso de ayuda humanitaria a gran escala.
Fuente: The Epoch Time
Costos humanos y esperanza frágil
El acuerdo llega tras dos años de una ofensiva que dejó más de 67 mil palestinos muertos y destruyó gran parte de Gaza, según cifras de autoridades locales. La comunidad internacional ha advertido sobre una crisis humanitaria de grandes dimensiones: más de medio millón de personas sufren hambre extrema y más de dos millones se encuentran desplazadas.
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Pese al alivio que trajo el intercambio de rehenes, la reconstrucción y la reconciliación seguirán siendo procesos complejos. Los analistas señalan que el cese de hostilidades dependerá de la capacidad de ambas partes para sostener el diálogo y evitar nuevos brotes de violencia.
Por ahora, la liberación simultánea de israelíes y palestinos representa un respiro tras una guerra que fracturó territorios, familias y esperanzas. Lo que sigue dependerá de la voluntad política y del apoyo internacional para que el alto el fuego se mantenga y dé paso a una paz duradera.
